Partiendo de las ideas de Vygotsky y Bruner, no hay pensamiento sin lenguaje y viceversa, por lo que es necesario dar mayor relevancia a las estrategias y habilidades que potencien esta relación. Aunque en la etapa infantil el lenguaje oral sea prioritario, se trata de empezar a introducir formas de traducción a otros tipos de lenguaje. Los procesos comunicativos son vitales, gestos mímicos, onomatopeyas, entonaciones, gritos, y a partir de éstos propiciar distintas formas expresivas, especialmente su traducción. Traducción en un sentido muy amplio, como habilidad de pensamiento es un tipo de intercambio, que nos permite preservar el significado a través de un cambio de formulación. Este conjunto de habilidades de pensamiento tiene que ver con lo que psicólogos y linguistas llaman fluencia o flexibilidad. Para los niños son difíciles de entender (pasar del dibujo al lenguaje oral, de éste a la mímica, etc.), en la etapa infantil hay que insistir en desarrollar el lenguaje de forma elaborada y sistemática para facilitar el paso de un lenguaje a otro. Si las reglas de traducción no emergen, cada fase educativa puede resultar traumática: el paso del lenguaje oral al escrito, del lenguaje natural al matemático, del verbal al gestual...