El desarrollo óptimo del niño... Cuando se escucha esta frase parece inevitable pensar en elementos como la educación, ejercicio, salud o alimentación; sin embargo, no podría hablarse de un desarrollo óptimo si no se incluyen las emociones en el programa educativo y en el trayecto de la vida. Su importancia radica en el simple hecho de que son inherentes al ser humano, que a pesar de tantos inventos y descubrimientos, no ha encontrado un método efectivo para entender y controlar sus emociones. Al contrario, sólo ha descubierto que mientras más se intente evadir a la emoción, ésta adquirirá mayor fuerza y generará mayores problemas como ansiedad, depresión e incluso enfermedades físicas. En un mundo tan acelerado se ha buscado dar soluciones rápidas a todo con la idea de que ésta es siempre la manera más efectiva. Dedicar unos minutos a la reflexión sobre el desarrollo del niño, puede dar un resultado certero a la hora de tomar decisiones sobre este tema. Trabajar con las emociones de los niños ha despertado la idea de que es necesario abrazarlo y llorar con él, pero no existe nada tan errado como tal creencia. El primer paso es que el niño aprenda a identificar sus emociones, a dejar de estigmatizarlas y saber que a cada emoción corresponde una reacción. A través de sencillas dinámicas, podrás instruir a tus alumnos (o aprender junto con ellos), sobre la importancia de un adecuado manejo emocional o como diría Goleman: a tener una inteligencia emocional.