Siempre estará París..., donde los barrios, calles, cafetines o plazas, parecen animarse tras evocarlos, pues nada escapa al recuento arrobado de Guadalupe Loaeza, quien nos hace partícipes de sus andanzas y, sin percatarnos, nos lleva hasta las ásperas fragancias del Metro, o por un insólito viaje en moto, en busca del tiempo perdido, el mismo que cambió la historia de la literatura. A partir de ese momento, Proust, Sagan, Beauvoir, Giroud, Sand, Verne, Rostand, Michelet, Colette, Voltaire, Duras, Camus,