Hace dieciséis años apareció el camino del Buda en mi vida y fue como un relámpago en mitad de los cielos oscuros. Entonces comprendí el porqué de la necesidad de la destrucción y al descubrir que estaba hecho de la materia de la vejez y de la muerte, todo dejó de tener importancia porque todo mi trabajo, todos mis anhelos, todas mis vivencias eran vacuidad. Al igual que el poema, toda mi vida había confudido la nada con el todo... Y la vida entonces me recompensó con una inesperada felicidad. Victor M. Flores (Senge Dorje)
