Podemos pensar que la inquietud antropológica surgió en el momento en que el primate, consciente de su propia humanidad, se pregunta sobre sí mismo y los que comparten su sistema de vida, pero también se interroga sobre aquellos con los que no comparte genealogías o formas de vida, y que sin embargo le son profundamente semejantes, es decir, los otros. Esta inquietud la compartimos todas las sociedades humanas, aun cuando sólo conocemos expresiones como las de la Grecia Antigua, debido a que nos apropiamos de su historia. Sin embargo, cuando la Antropología emerge como un campo diferenciado entre las ciencias occidentales, durante el siglo XIX, el estudio de los pueblos y las historias diferentes, en su mayoría colonias europeas, adquirirá una dimensión totalmente nueva. y si bien son muchas las ciencias que tienen como preocupación central al hombre, en la antropología éste se desplaza en un doble juego de espejos, donde las imágenes de la otredad serán los principales personajes. Estas imágenes no son inocuas, ya que amenazan la percepción que de sí mismo tiene el Hombre occidental, al hablarle de aquellos que son diferentes a él -niños, mujeres, ancianos, locos, enfermos, bárbaros o salvajes-, pero que a la vez le son profundamente cercanos y similares. La antropología contemporánea, al hablar del otro, descubre la imagen del hombre en la diversidad, y desplaza la idea que de sí tiene como perfecta, a un mundo en el que la otredad irrumpe como una amenaza constante. Estos trabajos que coordinó Rafael Pérez Taylor, nos hablan de esta antropología que ha permitido que en las ciencias occidentales se empiece a fracturar la noción del hombre construida a partir de dualidades. Esta ruptura es la que ha hecho posible que emerjan esas otredades femeninas, rurales, étnicas, animales, infantiles o ancianas, no ya como objetos de la ciencia, sino como personas, es decir, como sujetos con historias que forman parte de la historia de nuestra propia humanidad diversa.y si bien son muchas las ciencias que tienen como preocupación central al hombre, en la antropología éste se desplaza en un doble juego de espejos, donde las imágenes de la otredad serán los principales personajes. Estas imágenes no son inocuas, ya que amenazan la percepción que de sí mismo tiene el Hombre occidental, al hablarle de aquellos que son diferentes a él -niños, mujeres, ancianos, locos, enfermos, bárbaros o salvajes-, pero que a la vez le son profundamente cercanos y similares. La antropología contemporánea, al hablar del otro, descubre la imagen del hombre en la diversidad, y desplaza la idea que de sí tiene como perfecta, a un mundo en el que la otredad irrumpe como una amenaza constante. Estos trabajos que coordinó Rafael Pérez Taylor, nos hablan de esta antropología que ha permitido que en las ciencias occidentales se empiece a fracturar la noción del hombre construida a partir de dualidades. Esta ruptura es la que ha hecho posible que emerjan esas otredades femeninas, rurales, étnicas, animales, infantiles o ancianas, no ya como objetos de la ciencia, sino como personas, es decir, como sujetos con historias que forman parte de la historia de nuestra propia humanidad diversa.Estos trabajos que coordinó Rafael Pérez Taylor, nos hablan de esta antropología que ha permitido que en las ciencias occidentales se empiece a fracturar la noción del hombre construida a partir de dualidades. Esta ruptura es la que ha hecho posible que emerjan esas otredades femeninas, rurales, étnicas, animales, infantiles o ancianas, no ya como objetos de la ciencia, sino como personas, es decir, como sujetos con historias que forman parte de la historia de nuestra propia humanidad diversa.