El amor es un sentimiento humano que puede crecer hasta opacar cualquier aspiración, determinación o certeza del individuo e incluso llevarlo a sacrificar su vida, y sin embargo, en palabras de Arthur Schopenhauer, había sido totalmente ignorado por los filósofos hasta que éste lo interpretó metafísica y trascendentemente.
Arthur Schopenhauer afirma que detrás de todos los despliegues afectivos que se hacen los enamorados se encuentra el instinto sexual, cuya meta es la composición de la siguiente generación por la cual los dos amantes serán sustituidos. Este instinto sexual no es más que el maquillaje con que la voluntad de la especie hace creer al individuo que persigue su satisfacción personal en la forma del goce físico. La voluntad se ve obligada a utilizar estos métodos para combatir el egoísmo y la razón del hombre, por las cuales jamás se interesaría en sacrificarse en aras de la permanencia y la constitución de la especie. Por medio de la unión sexual que Schopenhauer describe como una cierta ilusión, el individuo cree fundirse en un único ser para después seguir viviendo en él. De esta forma, la voluntad de vivir es representada en la especie gracias al ser que los amantes pueden engendrar.