En mis cuentos no hay amor ni finales felices.
Trece latas de atún va más allá de un diario personal o de una libreta de apuntes íntimos es una obra literaria de la imaginación y la vivencia: es una obra viva en cuanto pertenece a un ser que ha transitado y observado la desgracia y el júbilo de existir desde la soledad; un ser excepcional que ha acudido a la literatura con el propósito de mirar dentro de sí y encontrar motivos para la invención de su personaje.
Este conjunto de relatos biográficos, ficciones y trazos literarios no necesitan la definición del género: están aquí para ser leídos como quien se asoma a una ventana y se da cuenta de que la aparente sencillez de las cosas que nos rodean y de las que formamos parte, se halla contenida en la diversidad de sus dramas y de sus tribulaciones.
Trece latas de atún no es un libro gratuito porque posee un valor inusual en estos tiempos de penuria y comercio salvaje: ha sido escrito con desgarbo, humor y perspicacia. No es una construcción artificial y sí la consecuencia de una pelea y destrucción constate y animada.