Internet es el medio global de comunicación e intercambio, y lo que antes era sólo un instrumento de investigación científica se ha tornado ahora en el canal comercial de transmisión y venta de contenidos. El saber como recurso tiene de particular que no disminuye sino que crece cuantas más personas lo comparten. Sin embargo, los regímenes actuales lo han convertido en propiedad, cuyo rasgo esencial es el poder excluyente del titular sobre su uso y acceso. Bajo las formas de copyright, patentes y marcas, los Estados otorgan poderes monopolísticos a sus titulares como premio a la creatividad e ingenio. ¿Justifica el ánimo de lucro de unos pocos (individuos, empresas) la privación de grandes segmentos de la población de los beneficios del saber, de la cultura y de la ciencia? ¿No pertenecen estos recursos más bien al patrimonio común de la humanidad?