En un pueblo de México donde infierno y paraíso se dan la mano, el cónsul Geoffrey Firmin trata de vivir al margen de un mundo devorado por el frenesí de la destrucción. Libro de una belleza y de una emoción incomparables, es, quizá, la mejor novela de escenario mexicano que haya escrito un extranjero, y es, también, una de las grandes del siglo XX.