Pero lo que más me perturbaba era el recuerdo de ese beso que, no sabía por qué, me había provocado semejante repugnancia. Todo lo que me parecía puro y hermoso en ella, de repente se había desvanecido, y sólo quedaba ese recuerdo, esa horrible sensación en la oscuridad, con su cabeza en mi mano y mis labios.