Carlota está feliz porque pasará las vacaciones con su caótico papá. Su única preocupación es que no podrá ver a manolo, el chico con el que se manda cartitas románticas. Pero carlota no tiene idea de lo que le espera, y cuando menos se lo imagina terminara en un campamento italiano, justo al lado de la casa rodante de la familia Stempfhuber y su desesperante hija patricia. De pronto aparecen unas notas misteriosas y hacen que carlota tenga una loca idea: ¿por qué no jugar un poco con el destino y tomarle el pelo a patricia? Carlota se convierte en la reina de los mensajes escritos: cambia, escribe y vuelve a poner las notas hasta terminar envuelta en un enredo.