Este breve tratado constituye, a pesar de su concisión, uno de los pilares de la medicina salernitana. En él quedan expuestas las medidas de carácter preventivo, tanto higiénicas como alimentarias, que los físicos de la escuela de Salerno aplicaban asiduamente a sus enfermos a fin de mantener alejada la enfermedad y, que no obstante su antiguedad, siguen manteniéndose vigentes.