Se puede jugar con una pobre niña rica pidiéndole dinero para comprar libros y utilizándolo para pagarse a un par de profesionales del sexo... Se puede jugar con el miedo de una famosa modelo y actriz, y asediarla con llamadas amenazadoras hasta hacerla enloquecer... Se puede jugar con un traficante de drogas, metiéndose en su discoteca y destrozándolo todo... Se puede jugar con las palabras y elaborar teorías literarias, revolucionarias e iconoclastas sobre autores clásicos y sus detectives de ficción, con la única intención de ligar... Se puede jugar con cueros y cadenas y mordazas y látigos... Se puede jugar a policías y ladrones, y al ajedrez, y al parchís, y al póquer, y al mus, y hasta a la ruleta rusa... Pero con los muertos, no, eso sí que no: Con los muertos no se juega.