Los trece libros de mis Confesiones alaban al Dios justo y bueno así por mis obras rectas como por mis malas acciones y excitan hacia él el espíritu y el corazón del hombre, por lo que a mí concierne, al menos, han ejercido sobre mí esa influencia mientras los escribía y la sigue ejerciendo ahora cada vez que los leo.
Al cabo de tantos años resuena todavía en estas palabras algo de la tensión espiritual que dieron vida a aquella obra extraordinaria. y observemos el conato de una irritación provocada por la crítica que se había formulado en ciertos ambientes a propósito de un libro que revestía carácter tan personal: Lo que de ellos piensen los demás, continúa el Santo, es asunto suyo. Sé muy bien que mis libros de las Confesiones han complacido y complacen a un gran número de cristianos.