Peter Hyman no se siente muy a gusto con la etiqueta de metrosexual, pero admite serlo si por ello se entiende la libertad para que el hombre heterosexual fomente sus tendencias creativas y sensibles y si poniéndolo en la portada puede vender más libros. Sí, Hyman es sin duda un heterosexual en contacto con su lado femenino y que además vive en Manhattan, donde la frontera entre estar a la última y ser un perdedor puede ser muy estrecha. A pesar de hacerse la depilación brasileña y frecuentar el Uper West Side, Peter está soltero y sin trabajo, vive en un pequeño piso sin armario ni ascensor, la última mujer que le gustó le dejó por otra mujer y la anterior vomitó en su primera cita. Pero Hyman no tiene complejos a la hora de desnudarse ante el lector, poniendo su propia vida como espejo de una realidad social y cultural que disecciona con su pluma aguda e irónica.