Tarde amaneció aquel día en toda la ciudad de México ; pero más tarde aún amanceció en la Casa de Nuestra Señora de Guadalupe, ubicada, como todos saben y como decía la amarillenta y denunciadora cédula hipotecaria fija enla puerta principal, en el callejón dela Chinampa, entre el puente de Villamil y el de Los Locos. Llovia sin parar, y la lluvia, que en el campo suele ser gala y primor del paisaje, gloria y encanto de los ojos, en la ciudad, y sobre todo en la casona aquella, se convertía en lepra horrible que sacaba a luz llagas, deformidades y tristezas que hacían apartar la vista y desviar el paso.