Pocos poetas merecían menos el destino de monumento nacional que Luis de Cam?es. Fijarlo en una imagen de grandeza estereotipada es neutralizar la grandeza real de quien prefirió a la comodidad de las ideas recibidas la precaria demanda de experiencias aún sin nombre. Al dignificar la experiencia como base del conocimiento Cam?es es un poeta moderno. Como los otros perennes de la literatura renacentista (Cervantes en la Prosa, Shakepeare en el teatro, pocos más), cuando habla de su tiempo y para su tiempo también esta, hablando de nuestro tiempo y para nuestro tiempo. La consecuencia de esto es que puede haber un Cam?es diferente (o un Shakespeare o un Cervantes) en cada renovada perspectiva de la lectura, muchas de ellas legítimas, ninguna definitiva. Pero también significa que hay siempre en la obra de Cam?es algo que se escapa o que desborda todo discurso crítico que pretenda afirmar antes que interrogarse sobre las plurifacéticas complejidades de su poesía.