Si alguna persona se suscribiere o comprare esta obrita creyendo hallar en ella invención singular, erudición escogida, método exacto, estilo brillante y todas aquellas bellezas que encantan y sorprenden en muchas obras del día, se llevará un buen chasco sin duda alguna; pues sólo encontrará una invención común, una erudición no rara, un método en partes incorrecto, y un estilo sencillo y familiar .
Tal es el todo de la presente obrita y esta ingenua confesión, si no basta a defenderla de los colmillos del Zoilo, ni de la férula del Aristarco, bastará a lo menos para probar que su autor no aspira a pasar la plaza de sabio sorprendiendo a los incautos.
Habiendo visto la favorable acogida que halló el Periquillo en el público ilustrado de este reino, y habiendo también observado que se han desterrado de algunas casas, estas o aquellas preocupaciones, mediante su lectura, me determiné a escribir esta obrita, considerando que acaso podría ser de provecho a no pocas personas, y como al escribir trato de conciliar mi interés particular con la utilidad común, de ahí es que muchas veces atropello a sabiendas con las reglas del arte cuando me ocurre alguna idea que me parece conveniente ponerla de este o del otro modo.
No por esto se me esconde que se pueden dictar los mismos documentos cumpliendo con el rigor del arte, y tal vez con más gracia y mejor estilo; pero ¿qué tengo con saber que se puede hacer una cosa con perfección, si yo carezco de la ilustración y genio propio para hacerla? .
Por tanto, ofrezco al benigno público esta obrita así como he podido escribirla, deseando que sea útil y esperando que los sabios disimularán los defectos que no hubiere sabido corregir o evitar mi escasa penetración.
También debo advertir, que aunque está dedicada al bello sexo, no será enteramente inútil al otro, por las intimas relaciones que tienen ambos entre sí.