¡Así que has llegado a la tan temida edad de la punzada! Un día te diste cuenta de que tu cara y tu cuerpo ya no se ven ni se sienten como antes y de que tus papás no lo saben precisamente todo, o que pasaron de ser las personas más sabias y coa del mundo a convertirse en una especie de tiranos con los que es imposible razonar y dialogar.
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