En los primeros intentos por descubrir el verdadero sentido del trabajo y en las primeras búsquedas, su nombre inicial fue Ser estudiante de bachilleres, orientaciones en torno a la vida intelectual, a pesar del romanticismo utópico con que se asociaba automáticamente al nombre, perdió peso debido a las implacables críticas de los amigos por modificarlo y darle otro giro menos ingenuo. Así, en un ataque nocturno de inspiración nació el segundo ...Perdidos en la escuela, título que le valió una inusitada popularidad regional que muy probablemente no la hubiera tenido si hubiera mantenido el primero, aún así, muy en el fondo sigue conservándolo, pues en todo el trabajo subyace siempre la preocupación que de la orientación educativa sostengo desde hace ya algunos años: como una manera de desarrollar la conciencia crítica, aclarar, ayudar a descubrir, guiar de alguna manera hacia ?la aventura del trabajo intelectual?, como diría Zubizarreta, concepto que es de alguna manera similar a lo que plantean los lineamentos generales de Orientación Educativa, que la entienden como ?... un proceso que encauza las capacidades del individuo y posibilita su integración en el contexto social, así como la adquisición de aprendizajes significativos para construir un plan de vida. Es un espacio de reflexión y acción que busca desarrollar los valores y habilidades, así como la autodeterminación y la creatividad del estudiante?. Pero el libro intenta abarcar la vida misma del joven o adolescente. Obviamente, ejercer el papel de orientador no es una tarea fácil pues implica, entre otras cosas, cuestionarse sobre la orientación misma del que orienta y más cuando de lo que se trata hace referencia a la propia educación, en momentos en que ésta se encuentra en constantes cambios. Desafortunadamente, algunos compañeros, confunden a la orientación con labor de ?dama voluntaria?: ofreciéndole arroz con leche al muchachito para que no se les ?descarrile?.
