Monólogo de la lucidez ante el asedio de lo que no tiene dominio. Reconstrucción de la herida a partir de los fragmentos de memoria, perdidos entre el sueño azul del éter y el despertar de una noche inconmensurable. Doblemente extrema, desde la vida y el lenguaje, la experiencia de Neurología 211 nos mantiene en vilo y en vela con sus relatos minimalistas de hospitalaria arquitectura: confesiones de íntima fiereza, salmos a lo oculto y a lo inteligible, exordios de ternura e ironía para conjurar la muerte. La extracción de un tumor cerebral, conocido como astrocitoma, se convierte en travesía y encrucijada iniciáticas, pero también, en fulgurante y acerada metáfora con la que su autora dialoga de iguales, en un têtê á têtê sin imposturas ni concesiones. Exento de todo sentimentalismo o morbo, el presente crucial revisa entonces el pasado entrañable y el tiempo del poema se torna un flujo intemporal donde se dan cita la familia y los amores, la infancia y sus juegos, el lenguaje y sus imposibilidades, una zoología íntima y el diario de un convaleciente en su cama de hospital. La escritura de este libro, sobresaliente en nuestra lírica, es un ejercicio a varias bandas, trazado por la conciencia cenital en una situación límite. La empresa poética de Rocío González, ardua e intensa en sus exploraciones de la memoria inmediata y de la emotiva, se resuelve en un cruce paradójico, ahí, donde lo terrible y la serenidad colisionan de pronto y los estamentos de lo real –los códigos y los símbolos que hacen viable la convivencia de la tribu— se desvanecen y dan lugar a un apremiante recomienzo. Ernesto Lumbreras.