El día que tu destino venga por ti, lo sabrás.
Bueno, en mi opinión, mi destino podría apresurarse un poco. Papá tenía quince cuando el dios del río susurró su nombre por primera vez. Yo tengo dos años más y todavía no he oído nada. Pero mantengo mis oídos abiertos, porque algún día heredaré el Cormorán. Ocho generaciones de capitanes Oresteia han ejercido su profesión en estos ríos. Y todos tuvieron el favor del dios.