Con esta frase, no sé si esperanzadora, comienza la historia del emigrante cubano José González Alea., escribe el autor, pero no faltará quien le cuestione esta tesis. El perdón, las enormes reservas morales del ser humano y la posibilidad de son temas recurrentes en los libros de mi amigo Lichi. Nos conocimos en circunstancias difíciles, aquel sábado insoportablemente largo en Caracol Beach. ¿Qué animal está dispuesto a sufrir en lugar de un semejante? ¿Tendrá razón Oscar Wilde cuando afirma que todo hombre mata lo que ama? Quién sabe. Por lo pronto, quiera el hombre que exista el hombre.