No me he acostumbrado a tolerar a los abstemios dogmáticos, a esas gentes que, no se sabe por qué, se alegran de que uno no beba e ignoran que la embriaguez alcohólica, controlada hasta donde sea posible, es un método de conocimiento cultural y de interpretación del mundo en general, absolutamente imprescindible, dijo el poeta y editor Carlos Barral en un texto que es, a la vez, una inspiradora defensa del alcohol y una férrea crítica a la abstinencia. En esa línea de pensamiento, este libro propone un recorrido emocional y cultural por nuestras bebidas favoritas, alcoholes que hemos elegido por su sabor, perfume o precio pero también por los recuerdos que evocan en nuestra memoria ya que, como dice el autor, forman parte de nuestra vida emocional, de nuestra nostalgia, de nuestros afectos . Le proponemos abrir este libro con la misma emoción que siente cuando destapa esa botella que añora y que lo disfrute sorbo a sorbo, acompañado de un sinnúmero de bebedores famosos con los que de seguro entablará una de esas conversaciones que sólo se dan cuando las copas bautizan la mesa.