Es tal la perfección de la creación, que generalmente somos incapaces de comprenderla. Un milagro dentro de otro, y así hasta más allá de lo que podemos imaginar. No fue suficiente crear los árboles, además debían florecer y dar frutos. No fue suficiente crear las flores, además había que darles colores y formas maravillosas, en infinita variedad. Y esto aún no fue suficiente, había que poner delicadas fragancias dentro de ellas. Un día me explicaron esto y comprendí que, aunque no podía entenderlo en su totalidad, se depositaban en mí, como en tantos otros, la confianza de que sabríamos responder al llamado. Desde entonces mi objetivo es poder realizar el mejor esfuerzo para no defraudar esa confianza.