Sor Juana ha recibido loas a su poesía y a su lucha de mujer pensante, mas es poca la atención que se ha prestado a su obra dramática. Hoy, Sor Juana es primeramente una mujer, por lo que su biografía es citada prolija y abundantemente; luego es una poeta a la que se le han dedicado en el siglo XX una larga lista de estudios críticos; y como monja, declaró su capacidad de mujer pensante para estudiar teología y de hacer compatible su religiosidad con una vida creativa: el escribir, montar y editar comedias seculares es una de las máximas transgresiones que pudo llevar a cabo una monja enclaustrada. Entre sus obras para el teatro se encuentran tres autos sacramentales: El cetro de José, El mártir del sacramento y El divino Narciso, y dos comedias: Los empeños de una casa y Amor es más laberinto. La presente obra es una clásica comedia de enredo, de capa y espada, al modo de los autores que más admiraba Sor Juana en este tipo de obras: Calderón, Moreto y Rojas. Las aportaciones de Sor Juana al mundo de la cultura siguen siendo inestimables. Al igual que la música, la pintura y la escultura barrocas, sus trabajos literarios corresponden a la grandeza de la arquitectura novohispana y son el mejor ejemplo, no sólo del arte colonial sino de todo el arte mexicano.
