En una historia perfectamente hilada, el autor nos hace vivir intensamente la vida de nuestros antepasados americanos a los cuales él llama Anahuacanos, si son del valle del Anáhuac o Ixachilancas si se refiere a los habitantes del continente, al que llama Ixachilan. Primero, nos introduce en la teogonía de los pueblos de estas tierras y los designios de los dioses, luego nos regala una historia apasionante iniciando con el nacimiento de Quetzalcóatl, las grandes hazañas de los toltecas, luego de los chichimecas, la tiranía de Atzcapotzalco, para culminar con los mexicas y la guerra de invasión que sufrieron por parte de los españoles. En esta parte describe con asombroso realismo la defensa heroica que éstos hicieron de su ciudad y su cultura, aun con la vida del último hombre capaz de pelear. A lo largo de la obra se hace sentir el cumplimiento del destino trazado por los dioses desde el momento de la creación de los seres humanos, por manos de los mismos dioses.
En pocas palabras es la exaltación de las hazañas heroicas de nuestros antepasados, tanto en la lucha interna por su superación y supervivencia como en la defensa heroicamente colosal, que hicieron de su tierra y su cultura.