Grace Kelly nació en Filadelfia en 1929 y murió en Manaco en 1982.
En ese poco más de medio siglo, esta rubia muchacha de belleza casi glacial paso del anonimato al resplandor de los flashes y luego, a ser un referente del glamur internacional. Descendiente de duros inmigrantes irlandeses, quiso ser actriz y se esforzó hasta triunfar en Hollywood. Luego se casó con el Príncipe Rainiero III y así llegó a ser Su Alteza Serenísima, la Princesa Grace de Mónaco. Dio herederos y notoriedad a la limitada tierra monegasca, fue amada y admirada por su público primero y por su pueblo adoptivo después.
Tuvo momentos de esplendor, como el ciclo de sus películas con Hitchcock, un premio Oscar cuando solo contaba con 25 años de edad, sus amores con hombres apuestos y notables. Pero antes de gozar de las alas bien ganadas, contrajo deberes de Estado y padeció una soledad no compensada por el dinero y los privilegios aristocráticos.
Sánchez Sorondo traza en esta breve obra el itinerario de esa muchachita católica que a pesar de los triunfos en el cine y el brillo de una corte principesca, sufrió el peso de una figura paterna todo poderosa, tuvo escasas alegrías, cayó en las garras del alcohol y sufrió una muerte prematura. Lejos queda el supuesto cuento de hadas.