Jorge Ibarguengoitia (1929-1983) dedicó buena parte de su tiempo libre, de las entrevistas que se le hicieron en vida --después de muerto aún no se tiene noticia de ninguna-- y de sus escritos, a demostrar a sus lectores que no era un humorista, que no le interesaba hacer reír a la gente. Las trece historias --número cabalístico-- que reunió en La ley de Herodes (¿cuento?, ¿artículo periodístico?, ¿consejo a los buscadores de becas?) muestran precisamente lo contrario: a Ibarguengoitia sí le interesaba hacer reír a la gente.