Stefan Zweig encontró tan interesante la figura de José Fouché, que realiza esta biografía sobre un personaje que él mismo calificó de moral. Es así como esta historia disiente de las biografías heroicas, las cuales pese a ser útiles para ampliar el alma, aumentar la fuerza y elevar el espíritu, albergan el peligro de falsificar la Historia. Este autor dice que no siempre han decidido el destino del mundo los estadistas, por lo que hace un análisis sobre el hombre más desdeñado e injuriado de la Revolución y de la época imperial. Para Zweig, Fouché fue un genio singular, el único ministro que tuvo Napoleón, el más perfecto maquiavélico de la época moderna, y uno de los hombres más poderosos de su época.