No es el amor, ni el tiempo, ni la música lo que recorre la poesía de Katalina Ramírez, como una serpiente salomónica, es la otredad de la que nos habló Paz, la agonía cambiante que atenazó a Pizarnik, el ansia de verdad que desvela a los poetas verdaderos y los lleva a indagar en los extremos, en las raíces de los cielos y el múltiples ramas de la tierra.