GRANDES MAESTROS DE LA PINTURA

Joan Miró (1893-1983) es, junto a Picasso y Dalí, uno de los nombres más conocidos de la pintura moderna en Espada. Vinculado a los dadaístas y los surrealistas, este inquieto artista catalán creó una obra única, sin parangón, cuya inspiración partía de un mundo interior tan rico como convencional fue su biografía. Explorador constante de la naturaleza de la pintura, Miró supo trascender la esencia de una simple línea y evocar en el espectador sentimientos, ideas y paisajes tan íntimos como universales. Su obra, basada en un lenguaje propio y aplicada a otras disciplinas plásticas -grabado, tapiz, escenografía, cerámica y escultura- constituye un legado irrepetible e inclasificable, todo un reto para las generaciones posteriores de artistas.

Eugéne Delacroix (1798-1863) fue uno de los impulsores del romanticismo y uno de sus máximos exponentes en la Francia del XIX. Crítico con el estilo neoclásico imperante en su época, buscó inspiración en los maestros italianos del Renacimiento y en Rubens. Viajero incansable, en el norte de África consiguió el impulso necesario para desarrollar una nueva aproximación al color, más viva y menos académica, que dotó a su pintura de personalidad propia. Amante del exotismo y de la naturaleza, su trabajo es fundamental para entender la evolución estilística en la pintura que desembocaría en el simbolismo y el impresionismo.

Kandinsky 1866-1944 ha pasado a la historia como el creador de la pintura abstracta y el teórico de arte más importante del siglo XX. Autor de más de 2.000 obras, este prolífico pintor de origen ruso, nacionalizado sucesivamente alemán y francés, inició su carrera artística a los treinta años. Compensó su tardía vocación con el entusiasmo propio de los conversos, tratando de conseguir una pintura capaz de hacer vibrar el alma sin la necesidad de objetos reconocibles, sólo con la simple fuerza de los colores y la composición. Víctima de la inestabilidad política del primer tercio del siglo XX, su pintura sufrió la intolerancia de la Rusia soviética y de la Alemania nazi. Investigador incansable, adaptó a su obra los influjos recibidos con una originalidad nunca exenta de idealismo.

Henri Matisse 1869-1954 fue uno de los pintores clave de las vanguardias plásticas del siglo XX. Considerado el iniciador del movimiento fauvista, se volcó en redefinir la autonomía del hecho pictórico, más allá de lo anecdótico o lo moralizador del mensaje, a través del uso del color como elemento decisivo en la configuración del espacio. Empeñado en una búsqueda constante de renovación a lo largo de toda su vida, abordó las más diversas técnicas y se introdujo en distintas disciplinas, desde la ilustración de libros hasta el diseño de numerosas coreografías. Eternamente joven y receloso de todo academicismo, su obra inspira a las más nuevas tendencias, que lo ven como ejemplo de inconformismo y rebelión.

Ningún otro pintor como Edgar Degas 1834-1917 tuvo entre manos las claves de la modernidad, etapa signada por la pretensión de progreso infinito y la omnipotencia de la razón. Sin embargo, para acceder a ella, él mismo se impuso la consigna de hechizar la verdad,y así se lo propuso a su entorno. Este alarde de exorcista bastó para que los sesudos señores de su tiempo lo mirasen de reojo. Hoy, cuando es sabido que la modernidad desembocó en las trincheras de una Gran Guerra anticipo de otra locura bélica mucho más cruenta, nada mejor que contemplar los evanescentes tules que envuelven a sus bailarinas y también el gesto de desgarro que las desnuda. Son las verdades que hechizaron su genialidad.

Paul Cézanne 1839-1906 es un precursor, un pintor entregado a un sueño: realizar una obra que llegara a los museos y que trascendiera las corrientes artísticas de su época. A este sueño consagró su vida y a él le debemos una profunda transformación del hecho pictórico, que convirtió en un ejercicio mental, alejado de la simple contemplación. Tan irrespetuoso como genial, nunca hizo concesiones artísticas. Permanentemente insatisfecho con sus logros, era capaz de destruir sus cuadros en un ataque de ira. Extravagante, insociable y obsesivo, Cézanne no fue valorado en su tiempo, pero su influencia se dejó sentir en la pintura de todo el siglo XX.

Michelangelo Merisi da Caravaggio 1571-1610 fue un hombre violento, hijo de una época igualmente violenta, que vivió en permanente conflicto con el mundo y que tuvo el coraje de crear un arte innovador y naturalista que constituyó un constante motivo de escándalo. Ninguno de sus contemporáneos discutía su genio creador, pero consideraban que su modo de pintar acabaría con la tradición del arte concebida en el Renacimiento. Su sentido de la honestidad artística lo llevó a crear un arte veraz y popular, pero su malestar existencial lo condujo a la destrucción: murió misteriosamente en una playa cercana a Roma antes de cumplir cuarenta años.

Hijo de un molinero, Rembrandt 1606-1669 fue encumbrado en su época a la condición de maestro de la pintura holandesa, para luego ser dejado de lado, cuando las deudas y la indiferencia comenzaron a cercarlo. Hoy no cabe duda: es un maestro de la pintura universal y de todos los tiempos, acaso porque nadie como él supo expresar su entorno inmediato y la época que le tocó vivir. Retrató a sus vecinos para poder plasmar a los héroes de la Biblia o los dioses del Olimpo, de modo que en las historias fantásticas que recreaba en sus telas todos pudiesen reconocerse. Sólo un humanismo como el suyo pudo descubrid los sutiles hilos que unen el cielo y la tierra.

Vincent van Gogh (1853-1890) representa al genio artístico, humano y vital, cuya obra, sincera y honesta, ha conseguido cautivar a todos los públicos por su fuerza y energía expresivas. Su breve vida, surcada de amarguras y renunciar, y la locura, que lo empujó a un trágico final, constituyen el telón de fondo de este pintor holandés, creador de un estilo único, dinámico, vibrante e inquietante, que aunó, a finales del siglo XIX, vanguardia y humanidad. Con la ayuda de sus pinceles, chorreantes de color y vigor, Van Gogh transformó los paisajes, los personales, los objetos y la luz de cada día en una materia completamente nueva en la historia del arte.

Diego de Silva y Velázquez (1599-1660) es el más célebre de los pintores del barroco español y uno de los mayores talentos de la historia del arte. Su biografía, marcada por su extraordinaria destreza con los pinceles, es la de un testigo de excepción. Miembro de la corte del rey Felipe IV, captó con profundidad aún no superada tanto la psicología de quienes posaron para él como las contradicciones de la sociedad española del siglo XVII, al tiempo que descubría los colores que flotan en el aire y la fuerza expresiva de la naturaleza. Entre luces y sombras, reyes, clérigos, damas, caballeros, enanos, cómicos, menesterosos y dioses del Olimpo llenaron, sin distinción de rango, sus lienzos, desde los que aún mantienen con el espectador un diálogo inmoral.

La biografía de Gustav Klimt (1862-1918) coincide con el período del imperio de los Habsburgo. Nacido en las afueras de Viena, la carrera del pintor se desarrolló en el momento en que la capital de Austria se convertía en una de las ciudades más brillantes de Europa. Animada por una rica burguesía, la ciudad vivió un dorado período de esplendor artístico e intelectual, en el que Klimt fue un destacado protagonista. Inspirador de la Secession, impulsó la modernización del arte austríaco. Tras abandonar el historicismo, Klimt profundizó en el simbolismo alegórico, sensual, ensoñador y decorativo, e interpretó de forma muy personal los hallazgos de las vanguardias europeas. Tan brillante como el momento histórico en que se produjo, la pintura de Klimt sigue siendo de una originalidad única.

Tiziano Vecellio (1488-1576) es el modelo del éxito para los pintores de todos los tiempos. Admirado por reyes y papas, y ennoblecido por el emperador Carlos V. el más conocido de los representantes de la escuela pictórica de Venecia fue el primer pintor en alcanzar la fama y obtener en vida el mayor de los prestigios. Su larga biografía y los continuos y abundantes encargos que recibió su taller tal vez no le permitieron desarrollar plenamente su potencial artístico. Pero fue maestro indiscutible en el manejo de los colores y supo adoptar a su estilo las virtudes de sus competidores. Sólo en su larga vejez, la pintura de Tiziano se tomó más expresiva, más dramática y sombría por artistas venideros.