En 1844, cuando el filósofo dané Soren Kierkegaard escribió su Diario de un seductor, no podía saber que 174 años más tarde su libro seguiría despertando el interés de los lectores. Desde el primer momento, el Diario de un Seductor nos atrae e interesa, tanto por provenir de un escritor de la talla de Kierkegaard, como por su sugerente título ¿En presencia de qué obra nos encontramos? ¿De una típica novela romántica decimonónica? ¿De un relato o de un ensayo? ¿Quizá de un epistolario? De todo hay en un poco, al extremo que pudiéramos hablar de un pequeño ensayo novelado, de fuerte carga filosófica, cuyo personaje central es un seductor. ¿Acaso nuestro don Juan danés es un cínico seductor de jovencitas, un corrupto? ¿O un hedonista enamorado de la belleza efímera, en busca de un placer que debe renovarse constantemente para que, como algo nuevo, no aburra, no fatigue, y sea siempre placer, acompañado por la libertad de elección? Cada lector de este diario, a veces denso, siempre profundo y, por momentos, poético, bello estilísticamente, tendrá su respuesta.