En rumano es muy frecuente decir: He vuelto a ser un faisán, que significa: He vuelto a fracasar, No lo he logrado. O sea, en rumano, el faisán es un perdedor. Sirvan estas palabras de Herta Müller para entender cómo la autora, apoyándose en la definición de faisán para los rumanos -un ave que no vuela, vive en el suelo, una presa fácil que no puede escapar-, refleja la resignación y la desesperanza de los años previos a su exilio a través del destino de una familia de origen alemán que espera con ansiedad la autorización para abandonar Rumanía. Los personajes se encuentran asfixiados por fronteras geográficas y políticas, las trazadas por los aparatos represivos de la dictadura. Y, como el faisán, tampoco pueden alzar el vuelo.