No pierdas el tiempo añorando un pasado dorado y no anheles un futuro distinto. Contempla la belleza plena de tu vida.
El paso del tiempo puede ser un desafío aterrador, a nadie nos gusta tener canas o arrugas, o depender de los demás para caminar o comer. Por eso, enfrentar el envejecimiento siempre se hace con reticencia: además de resistirnos a cambiar físicamente, tampoco queremos madurar en los planos emocional, intelectual y espiritual.
Por ello, el psicoterapeuta Thomas Moore propone en Alma sin edad una visión diferente respecto a esta etapa de la vida: nuestro cuerpo puede envejecer, pero nuestra alma es eterna. El secreto del envejecimiento es aceptar la pérdida de la belleza y la fuerza de la juventud y, a partir de ahí, emplear todos los recursos para ser creativo, positivo y optimista.
Envejecer es madurar como persona y descubrir el verdadero yo a lo largo del tiempo. Si permites que la vida te forme, entonces con el paso del tiempo te vuelves una persona más rica e interesante. En este sentido, el único objetivo en la vida es envejecer, convertirnos en quien somos; en esencia, desarrollarnos y permitir que se revele nuestra naturaleza innata.
Partiendo de los mitos griegos, la psicología y los estudios históricos, el autor presenta una guía para vivir la vejez como una experiencia transformadora: una combinación asombrosa de juventud, que se manifiesta en energía, fortaleza, creatividad y madurez, que implica sabiduría y perspicacia.
Al final, la forma más eficaz de enfrentar el envejecimiento es ser exactamente quien eres. No se trata de imaginar otros escenarios, o pensar que los más jóvenes están mejor, o anhelar recuperar la juventud. Simplemente no hay que negar la edad, hay que disfrutar las experiencias del día a día y con la nostalgia apropiada elegir vivir intemporalmente y con la mayor alegría posible.
No puedes tener juventud si te niegas al paso del tiempo. La juventud interior y el envejecimiento físico son las dos caras de una misma moneda.