Este demoledor libro de Rius parte de una premisa muy sencilla: si, como se ha dicho, la Biblia es un libro divino, esto es, escrito o al menos dictado por Dios omnipotente y todopoderoso, ¿cómo es posible, entonces, que contenga errores gravísimos? ¿Por qué mejor no se reconoce, como dicta la razón, que se trata de un libro humano, demasiado humano, hermoso a ratos y lleno de poesía y mensajes morales dignos de tomar en cuenta? Para curarse en salud, el autor hace una advertencia muy pertinente: Este libro mío tampoco es de origen divino, ni tuve ninguna inspiración de ningún Espíritu Santo para perpetrarlo. Así pasa a explicar los orígenes del sagrado mamotreto, con capítulos tan elocuentes como El mentado Diluvio, La dizque torre de Babel, Don Moi (sés), La Biblia cachonda y otros más, igual de irreverentes.