El dibujo proyectivo tiene un lugar en diversas áreas de la actividad clínica: puede considerarse como una muestra inicial de conducta que permite valorar las reacciones del individuo frente a una situación poco estructurada; como indicador del pronóstico con base en la habilidad del paciente y del clínico para permanecer en contacto y articular experiencias bajo estas circunstancias; para alentar el interés, comodidad y confianza entre el entrevistador y el cliente; como herramienta de diagnóstico debido a la información que puede revelar y su relación con otros instrumentos.