Un dios acecha en la oscuridad eterna, sabe que es su tiempo, que es necesario crear la tierra que albergará a los que podrán alimentarlo. Ya es tiempo, y ante una orden, las aguas se separan, la oscuridad se somete a la luz y surge la tierra. No importa el medio y la circunstancia, el hombre nace de la nada misteriosa, del fruto secreto, del sacrificio, de los huesos. Nada detendrá a los dioses para destruir una y otra vez su invención. Sólo el hombre perfecto tendrá cabida. En el mundo del mito, todo se renueva.