Cuando me siento agradecido, me pongo feliz con lo sucedido y, en consecuencia, con aquellos, o aquello, que hizo posible que eso ocurriera. En un mundo donde se busca el placer inmediato, las personas se cansan fácilmente de aquellas cosas que hasta hace poco, les daban placer. Por eso, es fundamental enseñarles a los niños esa virtud que nos ayuda a prolongar ese sentimiento gustoso de las cosas.