Relato del jueves 2 de diciembre de 1993, 3:20 p.m.: Una vez que estuvimos frente a la casa, decidimos romper la puerta. El ruido de la mezcladora de la obra de al lado nos ayudó y Escobar no se dio cuenta de la rotura de la puerta. Subí las escaleras que conducían al segundo piso. Cuando escuchó pasos, Escobar dijo aquí está sucediendo algo, y tiró el teléfono. Luego reaccionó con rapidez, sacó una pistola y nos disparó como cuatro veces; me agaché y se me fue una ráfaga de fusil al techo.
El corrió hacia una habitación, pero la puerta estaba con seguro y no abrió; en ese momento ya había sacado mi pistola. En fracciones de segundo nos hizo otro tiro y se dirigió hacia una habitación en la que se veía una ventana o hueco grande en la pared del fondo; disparé y le pegué un tiro de semicostado, que le entró por la espalda, atravesó el corazón y se alojó en la mandíbula; y el agente Barragán, que es alto, por encima de mi cabeza hizo un tiro de fusil R-15 que le entró por el oído. En ese momento Escobar cayó por el hueco de la ventana.