El objetivo central del seductor será la posesión física de la mujer, sin embargo, en esta novela, el autor a través de su seductor nos propone una conquista más profunda, más completa, lograda tanto por el juego de la intensidad sexual como por el dominio de la conciencia, tratada como categoría erótica. El seductor por excelencia es el Diablo, y un diablo es el protagonista de esta novela: una variante de Don Juan; un desdoblamiento del propio Kierkegaard, un personaje irremediablemente insatisfecho que desea en cada mujer la femineidad entera; un Don Juan humorista, razonador mefistofélico, vampiro en su implacable absorción de la mujer amada y martirizada, en su ruptura de todo límite en una inacabable búsqueda de la saciedad. Por su parte, Cordelia, la víctima, la mujer conquistada en contra de su voluntad, termina por confesar que no es capaz ni del rencor, pues durante la seducción alcanzó el cielo. Así, mientras el seductor corre tras nuevas aventuras, ella aguarda amorosamente su regreso porque él le transformó su vida. Diario de un seductor no es una simple novela inspirada en el amor del autor por Regina Olsen, o un ejercicio literario. Es la más completa sublimación de la existencia, en cuanto a que más que los goces, revela los sutiles sufrimientos en ella reunidos. Esta obra, como pocas, devela la vena satánica de la pasión amorosa. Es un importante documento psicológico moderno, ilustra nuestra permeabilidad para la alegría y para el dolor, prevaleciendo esto último.