Quiero explicar, en pocas frases, por qué cuento la historia de Benjamín Korbel y Anna Mitschek. A veces los adultos les dicen a los niños: ustedes no tienen edad para saber lo que es el amor. Hay que ser mayor para saberlo. Eso significa que han olvidado muchas cosas, no tienen ganas de hablar con ustedes o se hacen los tontos. Yo recuerdo perfectamente cómo me enamoré por primera vez, a los siete años. Ella se llamaba Ursula. No es la Anna de este libro. Pero al hablar de Anna pienso también en Ursula. Ben quiso mucho a Anna. Y Anna a Ben.