Isabel, una mujer que decidió ser la dueña de su propio destino. Hija menor de Juan II de Castilla e Isabel de Portugal, la pequeña Isabel contaba con escasas posibilidades de llegar al trono, destinado a sus hermanos varones. Vivió una infancia tranquila junto a su madre, ajena a las tensiones de la vida palaciega, pero la temprana muerte de su padre cuando ella contaba tres años, y la posterior enfermedad materna cambiaron su existencia de modo radical. Apenas una niña, con diez años su hermanastro el rey Enrique IV la obliga a separarse de su madre y vivir en la Corte. Con sólo dieciséis sufre otra dolorosa pérdida, la de su querido hermano Alfonso. Esta es la historia de ese periodo de su vida: desde su infancia hasta que con poco más de veinte años alcanza su objetivo: ser reina.