Durante la guerra fría, el ajedrez de las relaciones de la América continental se jugó en tres escaques: México - La Habana ? Washington. Nuestro país fungió lo mismo como interlocutor designado por la Casa Blanca, sede de encuentros secretos entre funcionarios cubanos y estadounidenses, y como posición de respaldo para cualquiera de los bandos según conviniera a los intereses del gobierno en turno. Al tiempo, especialmente tras la caída del régimen soviético, las condiciones cambiaron pero la dinámica se mantuvo con nuevos matices. En este contexto, Homero Campa disecciona los momentos en los que este juego geopolítico se transformó radicalmente: la crisis de los balseros en 1994; el tristemente célebre comes y te vas de 2002, y la triangulación migratoria para evitar el paso de cubanos por territorio mexicano hacia Estados Unidos.