Los tres grados de obediencia de San Ignacio de Loyola esconden un reverso atormentado que destapa su rostro cuando el obispo Angel de la Cruz, rector del seminario de la iglesia diocesana de Guadalajara, es acusado de pedofilia por seis ex novicios. En el trasfondo de esa denuncia habita una historia de amor transfigurada por una culpabilidad que ha encontrado su velo en un credo centenario. Llevado al cine por el director Luis Urquiza, el relato obediencia perfecta muestra la inquietante naturaleza del peor de los delitos que habitan el seno de la iglesia católica actual.