Ninguna poesía contemporánea es tan trágica como la de Miguel Hernández (España, 1910-1942), ni tan contrastante. Muchos de sus mejores poemas amorosos los escribió cuando estaba en prisión, condenado a muerte, y no hay tanta vitalidad en ninguno de sus contemporáneos como en sus Poemas civiles, escritos para ser recitados por los soldados de la guerra civil española. En sus palabras, llenas de autenticidad pero también de fervor, hay maestría aunque uno las sienta espontáneas y apasionadas. En los libros reunidos en este tomo el lector encontrará la angustia de los días de combate, pero también la esperanza de que cuando se disipe el humo de la batalla brillará el hombre como un sol, y amará con intensidad, con ganas de recobrar la libertad suspendida. Hay lágrimas, pero muchas son de alegría; es la voz de un poeta inmortal obsesionado con el sonido, la repetición y la confirmación de su pasión, a veces revolucionaria y a veces amorosa.