El trabajo docente a cualquier ámbito y nivel, requiere de una formación o preparación en función no sólo de la adquisición de ciertas habilidades consideradas propias o especificas del profesor y de la tarea que ejerce, sino también de las exigencias que le demanda la institución en la que colabora.
Por esto, las exigencias de preparación o formación para un profesor son aún mayores. Se tiene que adecuar el estilo personal, las habilidades adquiridas -sea por experiencia o por formación sistemática y formal-, la propia auto-imagen, las prácticas docentes ordinarias y cotidianas, a las intenciones o demandas formativas de la institución en la que se trabaja. En este sentido, el quehacer docente que un individuo realiza se ve comprometido no sólo con los contenidos de las materias que se imparten sino con los propósitos formativos de las instituciones: ideales o valores, actitudes y habilidades que se pretenden logran en los alumnos o estudiantes y las estrategias que se proponen para lograrlos.
Así, en el Instituto de Filosofía se considera que la mejor manera de lograr las intenciones formativas planteadas se dará a través del modelo de la Comunidad de Aprendizaje. En su parte introductoria este manual expresa las bases eclesiales, filosóficas y pedagógicas de este modelo con vistas a la tarea de construirlo en el Instituto. Tal labor constructiva, requiere de ciertas modificaciones en la forma de entender al docente y su práctica misma, amén de las formas de concebir la educación, el aprendizaje, a los alumnos, etc.
Siendo, pues, que la práctica docente en el Instituto de Filosofía, tiene que configurarse a los principios básicos de lo que se ha entendido por Comunidad de Aprendizaje, a continuación se presentan una serie de principios estratégicos o líneas de acción, de herramientas de la comunidad de aprendizaje que pueden servir de guía y de apoyo para el trabajo docente en la enseñanza de la filosofía.
Finalmente, el manual contiene un primer acercamiento a lo que se ha de entender por la evaluación. Se exponen los referentes institucionales desde donde se han realizar las evaluaciones; luego se presentan algunos de los criterios generales que han de orientar las prácticas de evaluación en el Instituto, y se cierra con algunas de las modalidades e instrumentos para realizar las evaluaciones.
Estas son algunas razones por las que se vio la necesidad de proponer una reflexión básica que nos sirva de referente sobre la enseñanza y aprendizaje de la filosofía en el Instituto.
La elaboración de los textos corresponde al maestro Gabriel Morales Ramírez quien, por más seis años fungiera como secretario académico del Instituto de Filosofía. Fue él quien, organizó, redactó y sistematizó, los distintos documentos que dan cuerpo a este Manual. Sin este esfuerzo, no tendrían la expresión actual los aportes vertidos por las diferentes instancias que conforman al Instituto de Filosofía.