Descartes estableció: En nuestra búsqueda del camino directo a la verdad, no deberíamos ocuparnos de objetos de los que no podamos lograr una certidumbre similar a las de las demostraciones de la aritmética y la geometría. Por esta razón determinó no creer ninguna verdad hasta haber establecido las razones para creerla. El único conocimiento seguro a partir del cual comenzó sus investigaciones lo expresó en la famosa sentencia: Cogito, ergo sum, Pienso, luego existo. Partiendo del principio de que la clara conciencia del pensamiento prueba su propia existencia, mantuvo la existencia de Dios. Su pensamiento supone la implantación del método científico de carácter lógico-deductivo, en el que los fenómenos pueden ser explicados a partir del mecanismo natural causa-efecto y están, por tanto, sujetos a predicción e interpretación por parte del intelecto humano. La duda, el cuestionamiento de raíz de lo establecido, supone la herramienta básica de búsqueda de la verdad y el inicio de todo conocimiento.
Es en la presente obra, Discurso del Método, donde Descartes describe sus especulaciones filosóficas.