Se recomienda leer en voz alta a los niños con la mayor frecuencia posible; lo ideal es que la lectura, sea todos los días. Es indispensable, pues, la repetición y frecuencia de una actividad porque es lo que va formando un hábito, una afición. Fije el momento para la lectura en voz alta. Después de la merienda o antes de dormir, en la casa. Al comenzar o al terminar la jornada, en la escuela. Así, el tiempo de lectura se irá convirtiendo en un momento especial, previsible y esperado.
Leer juntos, comentar lo que se lee, ayudará a todos a comprender las lecturas y a expresarse. No presione a los niños ni les pida que estén quietos o callados; permítales reaccionar a la lectura -también en la escuela pueden reírse o asustarse o asombrarse. Permítales expresarse. Déjelos hablar y escribir, suministre papel, lápices, colores, para que estén ocupados durante la lectura. El arte de escuchar y de comprender lo que se escucha se desarrolla con el tiempo, no espere resultados de un día para otro, empiece leyendo textos cortos y vaya alargándolos poco a poco para que aumente la capacidad de atención de los pequeños. Cuando llegue a libros más extensos, lea una parte por día hasta terminarlos.