En la actualidad, la justicia no se observa por íntima convicción, sino por consideraciones sociales, como la recompensa o el temor al castigo. Con esta lógica se ha acrecentado una inaudita ola de violencia, en la que cunden el desamor, el odio y el egoísmo. Los gobiernos, a su vez, continúan procesando gente, encarcelándola y castigándola, mientras los legisladores tipifican delitos con la esperanza de frenar el triunfo del desastre. La función punitiva del Estado, sólo puede justificarse cuando escapa a toda presión vengativa, cuando en la medida de lo posible se castiga para rectificar, cuando por medio de la pena se busca orientar, manifestando al mismo tiempo a la sociedad que la sanación es necesaria porque representa un señalamiento concreto del Derecho frente a una violación a la norma jurídica. Este libro es el resultado de una preocupación: situar al Derecho penal en su justo término, en el lugar que le corresponde. El propósito del es compartir sus inquietudes intelectuales con los lectores, partiendo de la idea de que el planteamiento esencial de los problemas es mucho más importante que el conocimiento formal de la ley.